ARISTÓTELES
Cuando los hombres apenas empezaban a ser hombres
y sus voces aún no alzaban el vuelo
cuando las espadas cortaban las batallas
y la Historia cabía en un relato
cuando un pequeño mar contenía el universo
y el pensamiento balbuceaba tímido como un adolescente
Él supo ver el barro del ánfora y la forma del pájaro
el escondido orden de las manos expertas
y el horizonte al que todo se dirige.
Como si siguiera al joven Alejandro
su mirada viajaba a todas partes y en todas se hospedaba:
en la hoja recién nacida
en el trote del caballo
en el llanto de la madre ante el dolor del hijo
y en los colores de un atardecer de Atenas.
Entendió que somos seres frágiles
que en el exceso está el pecado
que como en las mejores fotos
la vida debe tener cientos de grises
que hay que salir a la intemperie del mundo y de los otros
para encontrar cobijo.
Sus palabras
bellas cajas de cristal que cuidan y separan
pero no ocultan
hablaron el mundo con ideas limpias
como esas canciones en las que letra y música hacen el amor
para decirnos que el amor es posible.
Fue un hombre del futuro, de un futuro improbable.
Hoy
tras escuchar el griterío de las máquinas
el ruido de los números inútiles
y los pasos sin rumbo de las gentes
guardaría silencio.